Igualdad en el mercado de trabajo de Canarias, una asignatura pendiente

La pluma invitada. Esther Martín

La COVID-19 nos ha mostrado nuestras debilidades, carencias y necesidades, sumiéndonos en la crisis económica más grave tras la II Guerra Mundial. La pandemia provocada por el coronavirus ha puesto el acento en la situación de precariedad laboral de las mujeres en Canarias y las discriminaciones que padecemos por nuestra condición de género.

Nuestras tasas de desempleo, la falta de oportunidades, las brechas en los salarios y las pensiones, la parcialidad impuesta, los índices de pobreza y exclusión social, que año tras año lideramos y un largo etcétera continúan poniendo de manifiesto las desigualdades, las discriminaciones e incluso violencias que sufrimos las mujeres.

La precariedad laboral se incrementa si eres mujer

Exponemos datos constantemente: en la actualidad el 54,4 % de las personas desempleadas en Canarias somos mujeres, que además cubrimos el 78% de los contratos a tiempo parcial y firmamos el pasado mes de febrero 9 de cada 10 contratos eventuales. Pero en ocasiones obviamos que detrás de esos porcentajes, de esas cifras, hay personas y que no somos números ni estadísticas, somos mujeres que continuamos luchando para destruir las barreras estructurales sociales que venimos arrastrando históricamente y que se han incrementado considerablemente durante esta pandemia.

En nuestro Archipiélago, con unas relaciones laborales basadas en la temporalidad, trabajos de bajo valor añadido y con los salarios más bajos de todo el país, la precariedad laboral se incrementa si eres mujer.

La brecha salarial en nuestra Comunidad Autónoma es del 14,7%, lo que supone que las mujeres ganamos 3.282,62 € menos que nuestros compañeros varones a pesar de realizar trabajos de igual valor. Y en este punto, solemos escuchar afirmaciones como “eso en mi empresa no ocurre, tenemos una única tabla salarial” y es cuando toca tirar de pedagogía y explicar. Explicar lo que implica la discriminación directa por condición de género en línea con lo establecido recientemente por el Tribunal Supremo que da la razón al sindicato Comisiones Obreras que denunció a una serie de hoteles de la isla de Tenerife por discriminar a las mujeres, que cobraban mensualmente casi 400 euros menos que sus compañeros varones a pesar de realizar trabajos de igual valor.

«9 de cada 10 excedencias o reducciones de jornada para afrontar esos cuidados los asumimos nosotras, con la merma en nuestros salarios, cotizaciones y por tanto, de nuestras prestaciones futuras»

Y continuar informando lo que incide en la brecha salarial por condición de género, como los contratos a tiempo parcial o la temporalidad en estos, que afrontamos mayoritariamente las mujeres y no por decisión propia sino porque así nos lo impone el mercado de trabajo. O que existan pluses en sectores masculinizados referidos, por ejemplo, a la peligrosidad mientras que en sectores feminizados como el textil, el agrícola o la limpieza, donde se utilizan productos fitosanitarios y/o químicos, no se tengan en cuenta este tipo de pluses. Añadimos la imposibilidad de las mujeres de poder acceder al mismo nivel que nuestros compañeros varones a pluses como el de antigüedad o nocturnidad, ya que seguimos afrontando casi en exclusiva los roles de cuidados, tanto de nuestros menores como de nuestros familiares dependientes, hasta el punto que 9 de cada 10 excedencias o reducciones de jornada para afrontar esos cuidados los asumimos nosotras, con la merma en nuestros salarios, cotizaciones y por tanto, de nuestras prestaciones futuras, resaltando a aquellas mujeres que no tienen más opción que la de abandonar su trayectoria profesional por no disponer de alternativas que les permitan conciliar su vida familiar y personal con su actividad profesional.

«El porcentaje de mujeres con ingresos menores o iguales al SMI duplica al de los hombres».

Por todo ello, lamentablemente afirmamos que la pobreza tiene nuestro rostro, el de mujer. Mujeres pobres en activo que continuaremos siéndolo en el futuro si no se activan los mecanismos y herramientas que lo eviten y que erradiquen esa brecha también en las pensiones y que en Canarias alcanza el 26% en contra de las mujeres.

Tampoco son buenos los datos que indican que el porcentaje de mujeres con ingresos menores o iguales al SMI duplica al de los hombres. Por ello la importancia de continuar incrementando el salario mínimo interprofesional en este 2021, no por ser una promesa de legislatura del Gobierno de España o porque así lo indique la Carta Social Europea de llegar a un SMI del 60% del salario medio de cada país, es imprescindible porque da cobertura a las personas trabajadoras más precarias, que no cuentan con la cobertura de la negociación colectiva, personas que mayoritariamente son mujeres, jóvenes y dedicadas al sector servicios, de limpieza y al sector agrícola.

La asignatura pendiente

Las desigualdades se perpetúan y continuamos lidiando con la barrera invisible que nos impide acceder a puestos de responsabilidad, tanto en el ámbito privado como en el Público, el llamado techo de cristal que acuñó hace más de cuatro décadas Marilyn Loden, a pesar que en Canarias más mujeres que hombres cuentan con estudios universitarios, de Diplomatura (60,98% de mujeres frente a 39,01% de hombres) y Licenciatura, Máster o Doctorado (el 53,35% lo ocupan las mujeres respecto a 46,64% que ocupan los hombres), con una brecha de género media negativa para los hombres de 14,34 puntos porcentuales.

La infrarrepresentación e infravaloración de las mujeres a pesar de nuestra formación y trayectorias profesionales, es otra de las muchas asignaturas que tenemos pendientes para alcanzar la igualdad real y efectiva.

La combinación de los factores expuestos ha provocado una situación en la que las mujeres nos incorporamos al mercado productivo pero sin abandonar la máxima responsabilidad en el hogar, del cuidado de nuestros menores así como de nuestros familiares dependientes, lo que sigue generando disfunciones fundamentales en las formas de inserción laboral de las mujeres: precariedad, historias laborales alteradas y discontinuas, problemas de segregación y fenómenos como el techo de cristal o el suelo pegajoso que hemos abordado de forma muy escueta pero que están muy presentes en la mayoría de las trayectorias laborales femeninas en Canarias y cuya solución a futuro no parece estar próxima.

«Agricultura, limpieza, atención a la dependencia… Sectores que tienen tres rasgos en común: feminizados, profundamente precarios y cuyos retribuciones están actualmente en el salario mínimo interprofesional»

Mujeres precarias que hemos resultado imprescindiblespara que las actividades esenciales continuasen dando cobertura al resto de la ciudadanía durante esta grave pandemia generada por la Covid-19. El sector de la limpieza, las empleadas del hogar, el comercio de la alimentación, la atención a la dependencia, el sector agrícola, etc. Sectores que tienen tres rasgos en común: feminizados, profundamente precarios y cuyos retribuciones están actualmente en el salario mínimo interprofesional.

Y por supuesto, el reconocimiento y agradecimiento al resto de actividades que nos han permitido afrontar esta grave crisis, como el sector sanitario, educativo, fuerzas y cuerpos de seguridad, entre otros, que ha protegido y salvaguardado a la mayoría social, incluso dejándose la vida en ello.

Reivindicar políticas con perspectiva de género

No cabe otra opción que continuar exigiendo la incorporación igualitaria al mundo del trabajo de mujeres y hombres, para lo que se hace necesario incidir en el desarrollo de políticas de igualdad de oportunidades que liberen a las mujeres de ocuparse en exclusiva de los cuidados, del hogar. Es imprescindible operar en el mercado de trabajo en una serie de factores estructurales que perpetúan las desigualdades laborales, que generan enormes brechas en los sistemas de protección social y en las pensiones de las mujeres, así como incidir en políticas, recursos y estrategias en los distintos aspectos que permitan erradicar cualquier tipo de discriminación.

Reivindicar políticas con perspectiva de género que permitan el desarrollo de un nuevo modelo productivo, laboral, fiscal y también sostenible, con salarios dignos y estabilidad en el empleo, que nos permita mantener y reforzar los servicios públicos esenciales (Sanidad, Educación, Políticas Sociales, etc.) para avanzar en bienestar social, equidad e igualdad.

«Las mareas violetas continúan fortaleciéndose, reivindicando y luchando para acabar con las discriminaciones y violencias que padecemos las mujeres»

La lucha contra la discriminación en el ámbito laboral es la lucha por un empleo de calidad para mujeres y hombres; por la defensa de los servicios públicos más allá de salir a los balcones y aplaudir. La importancia de lo Público, de lo de todas y todos, como generadores de cuidado y atención a las personas pero también de empleo. Y contra los recortes económicos, sociales y de derechos laborales que incrementan las desigualdades y el riesgo de pobreza y exclusión social.

Las mujeres hemos sabido adaptarnos, evolucionar y sobre todo, no resignarnos. Las mareas violetas continúan fortaleciéndose, reivindicando y luchando para acabar con las discriminaciones y violencias que padecemos las mujeres. Seguimos luchando, que nadie piense que vamos a dar un solo paso atrás, por más que nos señalen, nos desmientan incluso nos pretendan hacer culpables de las Siete Plagas anunciadas. Hemos aunado fuerzas, confluyendo mujeres de diferentes generaciones con un único propósito, alcanzar la igualdad de oportunidades, una igualdad que sea real pero también efectiva. Y no pararemos, no nos pararan, hasta que sea una realidad y consigamos una sociedad más justa, igualitaria y más democrática.

  • Esther Martín Martín es Secretaria de Acción Sindical, Mujeres y Juventud de CCOO Canarias.

Si te ha gustado, lee a la anterior Pluma invitada del mes de febrero.

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