¿Por qué tarda tanto tiempo en denunciar?

Como se ha dicho toda la vida: “la ignorancia es muy osada” y así es en la gran
parte de las ocasiones cuando, desde el desconocimiento total, se opina, se valora, se cuestiona, se enjuicia verbalmente, en la calle, en los medios o en la familia un hecho, una reacción o un comportamiento.

La condena social

Sobre las denuncias por violencia de género, falsedad, veracidad, cantidad han
opinado hasta las piedras en este país, pero muy pocas personas han profundizado con datos sobre la situación real. Y esas palabras baladíes, que quien las pronuncia olvida según salen de su boca, no se las lleva el viento, todo lo contrario, se convierten en un pesado lastre para las mujeres en esa situación.

Los juicios imprudentes, el desprestigio, la incredulidad, la desconfianza, el no
reconocimiento de la violencia, agranda ese agujero negro que, con cada maltrato, crece en el estómago de la víctima y la vacía, y la anula, y la desposee de cualquier voluntad para decidir sobre su vida, para reconocer su situación, para denunciarla o para pedir siquiera auxilio. Esas opiniones y creencias, la condena social, son otro maltrato añadido.

Quizá creas que tienes suficientes datos para opinar, pero intenta contestar estas preguntas antes de seguir leyendo:

¿Qué porcentaje de mujeres dirías que sufre violencia sexual, física, económica, psicológica, ambiental?

¿Qué porcentaje de víctimas de violencia reconoce sufrir todos los tipos de
violencia?

¿Cuál crees que puede ser el tiempo medio transcurrido desde que empezó la
violencia de género hasta que solicitó ayuda y/o denunció?

¿Crees que el tiempo depende del número de menores a cargo, de los estudios que tenga o de lo grande o pequeño que sea el municipio?

Tiempo de silencio

Hay una violencia no visible que desconocemos, que ignoramos, que no vemos y conocer estas respuestas nos permite aproximarnos a esa realidad que, durante años, sí, años; no días, ni semanas, ni meses; años, años enteros, permanece en el lado oscuro de la sociedad. Así lo revela el Estudio sobre el Tiempo que Tardan las Mujeres Víctimas de Violencia de Género en Verbalizar su Situación, realizado por la Fundación Igual a Igual (Ana Gómez Plaza (Coordinadora), Sandra Villajos Pozuelo, Lucía Candeira de Andrés y Ayin Hernández Gómez) y editado por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad en 2019.

Con los resultados que arroja este estudio, te sacamos de dudas y damos respuesta a algunas de las preguntas que hacíamos dos párrafos más arriba. Después de La Rioja y Aragón, Canarias es la tercera comunidad donde más tiempo tardan las mujeres en denunciar, y ese tiempo es la escalofriante cifra de 11 años y 9 meses desde que empieza la violencia de género. En La Rioja tardan una media de 12 años y 7 meses y en Aragón, un tiempo semejante, 12 años y 6 meses. Murcia es la comunidad donde las mujeres tardan menos tiempo en denunciar, 4 años y 5 meses.

¿Cuáles son los factores que inciden en esta tardanza? Parece ser que el “miedo al agresor”, el temor a más violencia como reacción a su denuncia, es la razón que aportaron la mayoría de las mujeres que participaron en este estudio, un 50%. Y después de este temor, la sensación de que lo podrían resolver solas, el 45%; como tercer motivo, un 36% de mujeres arguyeron que no se reconocían como víctimas de violencia de género.

El 32% de las mujeres citaron los sentimientos de culpa y responsabilidad, como apunta el estudio en sus conclusiones “sentimientos muy frecuentes dentro del proceso psicológico de trauma que sufren las mujeres víctimas de malos tratos”.

En la otra cara de la moneda, las razones para denunciar o pedir ayuda, las mujeres contestaron en primer lugar el hecho de encontrarse psicológicamente muy dañada, “las características de la última agresión” y ser conscientes de que “sus hijos o hijas ya se estaban dando cuenta de la violencia en el hogar”, o habían encontrado apoyo de una persona del entorno.

Y ahí está la clave, si no se reconoce la violencia es imposible acabar con ella, se normaliza y perpetua. Si la sociedad no hace piña humana contra el maltrato, demuestra su rechazo desde todos los ámbitos, la víctima no saldrá de ese pozo cada vez más profundo. O saldrá cuando el daño ya sea casi irreversible.

La solidaridad, efecto colateral de la pandemia

Una de las consecuencias más positivas del confinamiento, ha sido la implicación y mayor conciencia social con la situación de las mujeres víctimas de violencia de género. Desde el primer fin de semana que se declaró el estado de alarma y el Instituto Canario de Igualdad activara el protocolo Mascarilla-19, muchas personas tomaron conciencia de la grave situación a la que se iban a someter a las mujeres obligadas a convivir con su maltratador 24 horas al día.

La violencia de género se situó en la agenda política y de acción de todas las
administraciones, los recursos para atender a las mujeres en esta situación se
declararon esenciales y se extremó el esfuerzo para que nadie obviara las diferentes herramientas, aplicaciones para acompañar a las mujeres.

Personas totalmente ajenas hasta el momento, abrieron los ojos y los oídos para amparar, del modo que pudieran, a una posible mujer en riesgo, decidieron no mantener por más tiempo el silencio y denunciar una situación de maltrato.

Como ejemplo, en Canarias, solo durante el mes de abril, las llamadas al Servicio de Atención a Mujeres víctimas de Violencia (SAMVV) del 112 realizadas por alertantes accidentales (terceras personas) experimentaron un crecimiento superior al 20% respecto al mismo periodo del año anterior.

Hoy por hoy, Mascarilla-19 además de un protocolo, se ha convertido en un grito de solidaridad con las mujeres en mayor riesgo que ha dado la vuelta al mundo durante los momentos más graves de la pandemia por la Covid-19.

Un efecto colateral maravilloso, que permitirá a muchas mujeres que no reconocen su situación, o se sienten solas, desprotegidas, encontrar el abrazo social y la fuerza suficiente para salir de la jaula.

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